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sábado, 24 de septiembre de 2011

CAÍDA LIBRE

Desde que caí en la sierra del Cadí por un alud cuando tenía veinte años, cambié pico por pincel, dejaron de atraerme las velocidades y me dediqué a labores más quietas y solitarias, como la pintura, el trecking o la literatura. Demostré tener poca visión de la vida (nunca he tenido mucha, será el astigmatismo) porque la velocidad es contemplada por la mayoría como un signo de poderío, cuando quieren vendernos un coche, cuando construyen nuevos héroes en el mundo deportivo (corre más, lanza la pelota a X km por hora, etc) y los velocistas gozan un cierto atractivo sexual, pese a que llegados al lecho, la velocidad penaliza, y frustra a las hembras. Por suerte, los nuevos antidepresivos, que retrasan la eyaculación, solucionan la relación con uno mismo y con la pareja. 
En Vietnam el gobierno intenta enfriar la economía bajando el interés por el dólar, controlando su mercado secundario (negro), importando oro para bajar su precio y manteniendo altos los tipos de interés del dong pero solo acrecientan la usura. Para alguien que tiene una deuda al 30%, renegociar dinero al 20 % para pagarla es un alivio transitorio; el problema es que no se negocia por años sino por meses. Un 20% al mes es 240 % al año. Así se dejan casas y coches como garantía que se pierden y malvenden al 50% de su valor. Ésta es la situación en que se hallan muchos propietarios que siguen enfermos por la fiebre de hacer negocios cuando los bancos están secos y todo se negocia en un cuerpo a cuerpo entre personas físicas. Estos personajes, triunfadores de la crisis, que multiplican sus ganancias en días, semanas o meses, gracias a su oportuna liquidez, consiguen coches de lujo, casas y apartamentos que amueblan con el sello distintivo del dinero rápido. Sillones imitación de Luis XIV, cornucopias dorado sobre blanco y arañas de cristal, Ipad para jugar los niños y uvas de Corinto recién traídas de USA. Te escuchan con una oreja mientras la otra está permanentemente ocluida por el beso de un móvil y hablan con una voz farfollante, escupidora, carnicera o debiera decir carroñera. En tiempos de naufragio, siempre hay alguien en la playa. Y todo lo que se tiene o se destiene vuelve a venderse y genera rápido movimiento, tanto que yo siento un leve mareo, una angustia como si hubiera apostado mis dineros bajo el cubilete plateado sobre caja de cartón de un trilero de las Ramblas de Barcelona.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

TINIEBLAS DE SEDA

Después de un año de silencio activo (un blog http://www.rubenensaigon.blogspot.com) con cuarenta entradas, un curso de escritura y mucha, mucha lectura de todo tipo) puedo presentar en sociedad el segundo libro la serie MUNDIPOL. La primera entrega, EL MISTERIO DEL HOMBRE ARBOL, mostró una historia multiescénica en la que se conjugaban el ansia científica por el control del cáncer a través de la música fractal con la ambición de grupos mafiosos y la necesidad de expiación de la deuda espiritual de una familia. Los investigadores policiales, personajes de carne y hueso limitados por sus pasados subyugadores, aparecían enfrentados entre su deber y la admiración del individuo perseguido, luces y sombras en las que cobraban relieve sus propias contradicciones.
            En esta ocasión, en TINIEBLAS DE SEDA, un embalsamador del siglo veintiuno usará la sociobiología arácnida y el arte moderno para sembrar la Sierra del Montsec de esculturas mortuorias. En una versión al aire libre de Vilanova de Meià de los crímenes del museo de cera, los inspectores de la Mundipol, Ofelia Guerendiain, Gisella Kramer y Tim Nguyen quedarán atrapados en una trama de venganzas y conspiraciones, y en sus propios conflictos internos de melancolía y desamor. Una vez más espero ser capaz de dar otra vuelta de tuerca al género policial para ofrecer una obra original, entretenida, formativa y polémica.
            El próximo sábado ocho de octubre, aproximadamente a las 19 horas de España, en el café de Vilanova de Meià, el mismo café en que se reencuentran los personajes de TINIEBLAS DE SEDA, haré una presentación inédita de la novela y pondré a la venta una serie limitada de 100 ejemplares. La niebla, el invierno, la austeridad, las cuevas, los vuelos nocturnos, la seda, la venganza que no muere, el amor a destiempo, el olor a membrillo, Giacometti, Anselm Kieffer y Thailandia, se darán cita en esta obra.             Si deseas un ejemplar impreso, contacta conmigo en questesbien@gmail.com

LUCES Y SOMBRAS DE UNA ESTRELLA

                Leo los mitos sobre la protección solar y aprendo que pocos se acuerdan de resguardar los ojos tras unas adecuadas gafas que nos oculten de rayos de más de 400 nanómetros, los rayos UVA y UVB (en la nieve sí nos acordamos, que los rayos reflejados dejan ciego). Las camisetas mojadas, tan sexis, no protegen del sol y las cremas factor 30 no cubren el doble de las 15, sino un 4% más. Ponerse moreno antes de vacaciones no defiende del sol más que un factor 3 y los negros no están a salvo del cáncer de piel, el cáncer más frecuente en Estados Unidos.
                Mientras pienso en ello, recuerdo a las mujeres vietnamitas que conducen las motocicletas a 38 grados Celsius de temperatura parapetadas bajo gorros de tela, máscaras, gafas de sol, guantes a lo Gilda color carne, sandalias con calcetines que transforman sus pies en pezuñas de dos dedos y comprendo todo ese camuflaje que nada nos sorprendería si lo que quisiéramos es refugiarnos del frío. Y si por un momento llego a pensar que es debido a la conciencia que la población tiene de los perniciosos efectos de las radiaciones ultravioletas sobre el DNA, pronto me lo quitan de la cabeza los comentarios de mi mujer. Es solo una cuestión de estatus.
                En los países de escasez de rayo solar, el moreno define al triunfador, al narcisista, al deportista, al que dispone de medios económicos y tiempo para cuidar su imagen y su ocio, y proyecta una imagen de salud, de éxito. Por lo contrario, en países como Vietnam, y desde luego en Saigón, la ciudad del perpetuo verano, el tono de la piel disminuye conforme aumenta el estatus que se tiene o se desea aparentar. Pareces una camboyana, se sueltan para pincharse dos amigas. Y por las calles flotan sílfides de ojos gatunos montadas sobre sus zapatos, altas colinas, y se acarician la melena mientras dejan caer la cabeza a un lado y su blanca palidez refulge bajo la luna, los focos de los escaparates o la luz de neón, o son esas empresarias de figura recia, enjoyadas en piedras tan grandes como su ambición, tan llenas de aristas como su carácter, enfundadas en vestidos negros, el luto por su muy reciente difunta miseria, los zapatos brillantes que golpean el asfalto sin piedad, las voces prepotentes, cortantes, chabacanas, y sus pieles blancas. Y esos prejuicios no quedan tan lejos del sentir de los españoles, que hace menos de cincuenta años oían comentarios parecidos, y todo moreno era tenido por aceituno, mozárabe, camarero o recogeperas.




martes, 13 de septiembre de 2011

SOY POLIGAMO

No os asustéis. No me he vuelto a casar. Por poligamia el Diccionario de la Real Academia de la lengua española define el régimen familiar en que puede tenerse varias esposas. Es una práctica prohibida por ley en casi todo el mundo y por las religiones católica y hebrea, no así por la musulmana, aunque por motivos diversos (el económico debe ser el principal) la mayoría de países islámicos solo lo acepta en supuestos muy concretos, con el consentimiento de la mujer o en caso de enfermedad mental o esterilidad de la misma. Pero es conocido que diccionarios y leyes van siempre por detrás de la vida real de las palabras y los hechos.  
            Os aseguro que muchos días siento una zozobra insoportable derivada del exceso de hormonas femeninas a mi alrededor. Una mujer, dos hijas, dos niñeras y una suegra es mucha mujer para alguien que proviene de un pasado de dominancia masculina (dos hermanos, padre, gato y loro). Porque a fin de cuentas, el acta de matrimonio, único o múltiple, solo legaliza o reconoce un hecho convivencial en el cual puede además presumirse un acto sexual y unas repercusiones económicas frente al conyugue o la administración. Pero si prescindimos de estos detalles pecuniarios o fornicatorios, queda toda esa gran parte del quesito estadístico o de la esfera del reloj diario o anual que es la convivencia pura y dura. Y en eso, con o sin papeles, en nada se diferencia mi vida de la poligamia.  Me imagino esos granjeros americanos o esas familias de los cotagge ingleses, pendientes de casar a las niñas, el padre rodeado de trenzas, lazos y enaguas a la hora del desayuno, risas adolescentes o gritos premenstruales, y los proyecto sobre lo que va a ser mi vida con una cierta inquietud. Y hago recuento y veo que mi situación es minúscula comparada con la de mis vecinos. Mi primo que tiene seis niñas y…sí, finalmente el niño. Mi amigo Ángel que vivía en una casa de masaje de Saigón con veintisiete chicas, más la novia. Mi amigo Nicolás que vivió en un burdel investigando la situación del trafficking, o yo mismo en el pasado cuando recuerdo la hiperpoblación del hospital de médicos hembra o las escuelas de bellas artes de Florencia donde era el único que no se sentaba en el WC.
            Frente a este acoso de XX contra el XY, y porque nunca llueve a gusto de todos, en China se calcula que hay un déficit de 50 millones de mujeres (eran pocos y parió la…) y en Australia, ser mujer es un criterio de discriminación positiva ante la oficina de inmigración. Ante esta situación de dominio ovular tan nueva para mí solo puedo limitarme a sonreír de vez en cuando y ausentarme a menudo para recuperar mi identidad, pues a fuerza de contacto acabaría disuelto en perfume, tonos agudos infantiles y sofocaciones postmenopáusicas. Si queréis abundar en la materia:  
http://filosofiaderecho.blogspot.com/2005/10/materiales-3-poligamia-y-pensin-de.html